sábado, 13 de julio de 2013

En la ciudad dormida

Ya era tarde, y la ciudad dormía. Algún coche deambulaba por la carretera montando escandalo con la música a todo volumen, y algún borracho caminaba por la acera como si fuera un campo de minas. Se toparon con varios grupos de jóvenes que volvían sus cabezas para mirar a Helmes y a Ifil. No era de extrañar: resaltaba a la vista que no eran normales. Tenían una forma de andar rígida y elegante. Sus miradas eran propias de depredadores y no mostraban vacilación alguna. Sus pasos eran seguros, y sus movimientos firmes. Sus ojos reflejaban las luces de las farolas como espejos apantallados de diferentes colores. Sus pálidos y perfectos rostros podrían, como mínimo, producir respeto; probablemente hasta terror en algunas personas. Desprendían seguridad en sí mismos, y hacían que Ryke se sintiera seguro al estar con ellos. No obstante, no bajaba la guardia, pues había visto a Belmmael morir, y cuando ves una persona tan poderosa ser derrotada, te das cuenta que no existe nadie inmortal. La muerte no discrimina.