Era un romántico empedernido, era mi forma de ser, no lo pretendía aparentar, simplemente lo era.
Me gustaba la gente, la muchedumbre, formar parte de algo…
Ayudar, entender, querer…
Se dice que el universo te devuelve todo lo que das…
¡JÁ!
¿Qué coño ha pasado?
El mundo da asco, la gente da asco…
Lo peor es que no me han hecho nada.
Ahora veo a gente, que por muy amigable que parezca te pueden apuñalar cuando menos te lo esperas…
Te sonríen y pueden estar despotricando contra ti en su cabeza…
¿Qué coño somos, que coño pintamos? Destruimos el mundo y nos destruimos nosotros.
De qué sirve ser bueno con la gente si luego te venden por cualquier cosa…
Ahí se pudran.
La gente se mueve y se deja manipular por mentiras, ¿Política?... ¿Amor?
¿Qué mierdas es el amor?
No se debería poder definir, es algo inexistente, que se mete en nuestra cabeza y nos lo creemos, de la misma manera que aparece, puede desaparecer, puede convertirse en odio, en tristeza…
Realmente creía haber encontrado el amor, es más, seguro que lo encontré, el amor en forma humana, corpóreo…
Me mantuvo años cegado, viviendo por ella, basándome mi vida en ella, todo estaba planeado, todo hecho y preparado.
Pero me equivoqué.
Después de meses de incertidumbre me tuve que hacer la idea de la situación: Tenía que dejar atrás mi sueño tan anhelado y por fin cumplido.
Aprendí que es mejor no desear nada, que todo es impredecible, que no se puede confiar en nadie, que no se debería poder amar de esa forma.
¿Es que acaso para no sufrir debo de ser una estatua fría y sin sentimientos?
Es mejor apoyarse en esas personas que no te han dado motivos para desconfiar en ellas, pero lo más importante es saber quién eres y nunca perderte a ti mismo, si lo haces, entonces ya no te quedaría NADA.