martes, 31 de diciembre de 2013

La carta

Sé que ya te he dedicado muchos textos, sé que todos acaban diciendo lo mismo al fin y al cabo, ¿pero eso importa?
Vamos a empezar por intentar expresar lo que eres para mí, pero empecemos por algo físico. Si, lo superficial primero, ya que es por donde se empieza… y ya se irá profundizando:
Todo empieza una tarde soleada de Junio. ¿Quién iba a decir, por aquel entonces, la importancia de aquel momento? Ese momento en el que entré en casa de una amiga y vi una chica al fondo del salón. El pelo oscuro, largo, liso y lacio que incitaba al deseo de tocarlo y dejar que se deslizara entre los dedos. Esos ojos grandes, claros y brillantes. Dos perlas relucientes de azul aguado que miraban con esa intensidad seductora de la que jamás me olvidaré. Ese rostro fino, hermoso y bello, imposible de ser esculpido, dibujado o expresado con tanta perfección como la que posee. Una chica preciosa, sin duda, probablemente inalcanzable. Eso fue lo que único que lograba ver en aquel momento, su rostro. Solo recuerdo el azul de su ropa por lo bien que conjuntaba con sus ojos, pero lo demás era borroso. No lo podía evitar, le soltaba miradas, era difícil estar más de cinco segundos sin verla. ¿Qué me estaba haciendo? No era propio de mí, mi corazón estaba muy lejos, demasiado lejos para sentirlo. No podía pasar por alto eso que estaba pasando, y de alguna manera, no recuerdo cual, hablé con ella. Una conversación breve, superficial, pero no podía ser más perfecta. ¿Y ese dolor cuando se marchó? Me sentía ridículo, pensaba que estaba haciendo el ridículo. Para ella era un chico más del montón que conoce una tarde cualquiera y pasa a su lado como una leve brisa que transcurre sin hacer meya en su piel ni en su corazón. ¿Y que esperaba? No se habría fijado en mí, y de haberlo hecho… ¿Qué corazón le podría haber entregado?
Pasó el tiempo, y acabo siendo lo que parecía estar predestinado a ser, una chica que conoces una tarde de verano y con la que apenas intercambias palabras. Bueno, uno se puede acostumbrar después de tantas cosas. Pero decidí hacerme notar de vez en cuando, ¿y por qué no? ¿Lograría llamar su atención? No me quedaría tranquilo si no lo intentaba. No fue precisamente efectivo, se reconocer los fracasos, no me iba a ganar el corazón de aquella chica.
Pero el destino tiende a dar cambios repentinos. Puede volver atrás y darte otra oportunidad, o así es como lo interpreté. Años después la volví a ver, y aun que mi corazón yacía lejos y destrozado…una parte de él gritaba a lo lejos: “¡Ella, es ella, no puedes dejarla escapar! ¡Ella me devolverá a la vida!” Era difícil de creer, pero una fuerza mayor que mi voluntad se apoderó de mí, y me hizo hacer cosas que jamás habría hecho. Cosas tan sencillas como mirarla una tarde cualquiera, y quedarme embobado, como si en esa imagen hubiera visto mi vida entera. Una señal tras otra me dejé llevar. Elegí ese camino contra todo pronóstico. Mi corazón luchó contra mi voluntad, y mi corazón ganó. Gracias a él gane el suyo al robarle un beso en el que dije todo lo que pensaba, y lo que pensaría desde aquel momento en adelante. Un beso en el que sellé algo más que un amor incondicional, sellé lo que era un compromiso para cuidarla, hacerla feliz; costara lo que me costara, porque era lo que quería, era lo que necesitaba, era la razón por la que soy y existo. Soy un chico con el corazón destrozado que ha querido soñar y vivir, vivir el sueño. Ella es el bálsamo de mis heridas, mi morfina. Nunca podré desengancharme de ella. Mi corazón se sustenta de su esencia, y se mantiene a flote gracias a sus sonrisas. Jamás podré agradecerle lo que hace por mí, jamás podré darle las gracias como se merece. Por eso lo compensaré haciendo de su vida un sueño hecho realidad, aunque sea todo lo que haga…aunque sea lo último que haga.


Feliz Navidad y próspero año, espero que tus deseos se hagan realidad y vivas tu vida con felicidad.
Gracias por todo cielo.
Te quiero se queda corto…
Te amo.