— Hay una cosa que siempre tenéis que tener en
cuenta, muchachos —continuó el anciano—. Toda persona monstruosa fue en algún
momento una persona inocente. En alguna parte de su interior continua teniendo
esa persona, a vece solo hay que hacérsela ver para que la libere.
«La cuestión es cuánto está enterrada
esa persona inocente», habría
querido decir Ryke, pero no quería menguar el valor de aquellas palabras
alentadoras.
— ¿Cómo derrotar a una persona así? —preguntó finalmente.
— La opción más obvia… —El anciano tosió y le dio
un trago a su copa de vino—. Seria procurar que sea su propia persona inocente
la que acabe con el monstruo.
— ¿Y si el monstruo es más fuerte? —continuó
preguntando Danny al darse cuenta por donde quería ir Ryke.
El anciano hizo como si meditara la respuesta, o tal
vez la estuviera meditando de verdad.
— En ese caso, jóvenes muchachos —dejó la copa—,
solo habría una persona que derrotar: El monstruo.