martes, 1 de enero de 2013

La tumba eterna.


—   “Y el pajarillo voló, voló y voló directo hacia el cielo. Voló tan alto que la proximidad del sol le quemó las alas y no pudo continuar el vuelo. El pajarillo cayó, cayó y cayó hasta estrellarse en la jaula de la que escapaba. La jaula que contenía todas aquellas cosas que más molesta a un espíritu libre. La jaula maldecida con el nefasto olor de la desesperanza. Es la jaula donde las almas chocan contra las paredes, rebotan y rebotan hasta que se consumen bajo el oscuro velo de la angustia. No hay salida, tan solo un pequeño agujero de luz que recuerda al prisionero el color de la libertad. Le recuerda que jamás volverá a respirar el aire puro y que el pozo donde yace, se convertirá en su tumba. La tumba donde morará en su infinita eternidad”.

~Linna Bonnefoy. "Melodía de Acero"