martes, 31 de mayo de 2011

Snuff...

Entierra todos tus secretos en mi piel.
Parte con tu inocencia y déjame con mis pecados.
Todavía siento como una jaula el aire que me rodea,
y el amor no es más que el camuflaje de algo que de nuevo se parece a la ira.
Así que, si me quieres, déjame ir y huye antes de que me entere.
Mi corazón está demasiado ennegrecido como para que me preocupe. No puedo destruir lo que no tengo delante.
Entrégame a mi destino - si estoy solo no puedo odiar.
No merezco tenerte...
hace mucho que mi sonrisa fue arrancada, y espero no saber nunca si es posible que cambie.
Todavía aprieto tus cartas contra mis labios
y las conservo como partes de mí que saborean cada beso.
No podría afrontar la vida sin tu luz,
pero todo aquello se resquebrajó... cuando te negaste a luchar.
Así que no gastes saliva, no te voy a escuchar. Creo que ha quedado claro.
Tú nunca podrías odiar lo bastante como para amar. ¿Se suponía que aquello era bastante?
Ojalá no fueras mi amiga, así podría hacerte daño al final.
Nunca he dicho que fuera un santo...
hace tiempo que quedé desterrado. Dejarte ir aniquiló toda esperanza.
Así que hazte añicos contra mis piedras
y escupe tu pena en mi alma.
Nunca necesitaste ayuda alguna,
me traicionaste para salvarte a ti misma.
Y no te escucharé si te muestras avergonzada,
escapaste, sois todas iguales.
Los ángeles mienten para mantener el control...
mi amor fue castigado hace mucho.
Si todavía te importa, no me lo hagas saber jamás.
Si todavía te importa, no me lo hagas saber jamás...